La alimentación ha sido una de las necesidades y preocupaciones fundamentales del hombre y uno de los factores determinantes de la formación y progreso de las sociedades. Como es bien sabido, los hombres primitivos dependían para su alimentación de la caza, la pesca y la recolección de productos vegetales silvestres. Sabemos que vivían en forma nómada y organizados en pequeños grupos para poder efectuar con mayor eficacia esas actividades.
Las primeras organizaciones sociales sedentarias fueron posibles cuando el hombre aprendió a domesticar animales y a cultivar plantas para la obtención de sus alimentos; de ahí se ha progresado hasta la constitución de las grandes ciudades y naciones de millones de habitantes, tales como se conocen ahora gracias a los adelantos en los sistemas de producción, conservación y distribución de alimentos. Por lo que podemos entender la gran influencia de la alimentación en los seres humanos.
El interés del hombre por los valores nutritivos de los alimentos comenzó antes del inicio de la civilización y ha continuado de manera progresiva en todas las épocas. La selección de los alimentos se hizo primero con el propósito inicial de satisfacer al hambre y estuvo condicionada por la existencia de ellos.
El enfoque social en la salud de las poblaciones, constituye actualmente una de las grandes tareas de la investigación y de la política sanitaria en los países desarrollados. La concienciación de los científicos, de los políticos y del público en general acerca de la importancia de la nutrición como un componente de la salud pública y de la prevención de la enfermedad tiene mas auge en nuestros días.
Por otra parte, la forma de alimentarnos ha variado de forma sustancial, es decir, es más tributaria en este momento de las proteínas de lo que lo era durante el siglo pasado. Nos hemos acostumbrado a saciar nuestros caprichos culinarios con alimentos totalmente fuera de temporada, de otras regiones remotas o de dudosa procedencia sin pensar jamás en las consecuencias que esto tiene. Aprender a elegir nuestros alimentos lleva implícita una obligación de consciencia del consumidor que abarca cuestiones amplias que van mucho más lejos del sólo hecho de elegir un alimento. Aprender a elegir nuestros alimentos con consciencia y responsabilidad no obstante, es algo que sigue siendo posible.
Si estás tratando de perder peso o desarrollar hábitos saludables de alimentación, un nutriólogo puede proporcionarte una guía sobre cómo alcanzar con seguridad y eficacia tus objetivos. Los nutriólogos desarrollan planes de comidas, enseñan sobre el control de porciones y están facultados para prescribir dietas especiales para el tratamiento o la prevención de enfermedades, tales como enfermedades del corazón y diabetes.
El consumo de alimentos en general, ya sea de comida o bebida, trasciende la pura necesidad de alimentarse en el sentido de nutrirse, pues está tan cargado de significados, de emociones y ligado a circunstancias y acontecimientos sociales que nada tiene que ver con la estricta necesidad de comer.
Una alimentación saludable consiste en ingerir una variedad de alimentos que te brinden los nutrientes que necesitas para mantenerte sano, sentirte bien y tener energía. Estos nutrientes incluyen las proteínas, los carbohidratos, las grasas, el agua, las vitaminas y los minerales.
La nutrición es salud. El consumo diario de nutrientes, así como llevar a acabo hábitos saludables, como la práctica de actividad física de forma regular, son unos de los pilares de la buena salud y el desarrollo físico y mental. Es por ello que la nutrición contribuye de manera directa para reforzar el sistema inmunitario, contraer menos enfermedades y en definitiva, tener una buena salud.