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AÑO NUEVO: ORIGEN Y TRADICIÓN


"No todas las familias, celebran el año nuevo reunidos en una casa, sino que también salen a celebrarlo en un lugar en especifico de su estado, simplemente prefieren salir a cenar a algún lugar. También pasa que con el paso de los años los jóvenes deciden salir con sus amigos a un bar, o alguna fiesta para celebrar".

Quienes celebran en casa comparten muchos rituales provenientes de diversas culturas del mundo. Es muy común que en el momento en que comienza la cuenta regresiva para recibir al Año Nuevo, se consuman 12 uvas, representando 12 deseos; que se esparzan lentejas al rededor de la puerta, como símbolo de abundancia; que se barra hacia el exterior de la casa, anhelando que todo lo malo del año anterior salga de ella, o que esa noche se usen prendas íntimas de color rojo para atraer el amor, o de color amarillo para atraer al dinero…

Eso sí, el “recalentado” es una tradición muy arraigada en todo México, muy acorde al carácter generoso del mexicano, y también a la deliciosa gastronomía nacional. Y consiste simplemente en compartir a la mañana siguiente lo que quedó de la cena con los mismos u otros invitados. Se afirma que el “recalentado” es más sabroso que la cena misma.

Sin embargo, en México aún se realizan otros rituales cuyos orígenes se remontan al periodo prehispánico. Las diversas culturas que habitaron lo que hoy es el territorio mexicano también celebraban el fin de un ciclo y el comienzo de otro, que no necesariamente tenía la duración de un año actual. Y aunque cada una de ellas tenía sus propios calendarios y sus rituales, en general compartían algunos conceptos y elementos fundamentales.

Por un lado, los mayas, aztecas y otras culturas prehispánicas de México concebían el tiempo de una manera muy distinta a la actual. Para ellos, el tiempo no era lineal, sino cíclico. Esto es, cada determinado periodo, los acontecimientos más importantes se repetían, como las estaciones y los movimientos de los astros, como los periodos de guerra, los temidos años de sequía o las devastadoras inundaciones.

Por eso es que los antiguos mexicanos eran grandes observadores de la naturaleza y tenían incluso varios calendarios, como el religioso y el agrícola, que determinaban todas las actividades de cada sector de la sociedad, desde la siembra, hasta los momentos más propicios de hacer la guerra.

La fusión de sus diversos calendarios generaba un “calendario total”, que abarcaba una gran cantidad de años. Por ejemplo, para los aztecas, cada 52 años era un cambio de era y a esta celebración le llamaban la “atadura de los años” o del “Fuego Nuevo”. Para los mayas, cada 20 años era un katun, y cada 20 katunes se marcaba una nueva era o Baktún.

Tanto los mayas como los aztecas realizaban ceremonias, rituales y sacrificios muy solemnes para agradecer a los dioses el comienzo de una nueva era. El fuego era parte fundamental en todo ellos, ya que para las culturas prehispánicas, el fuego es el elemento purificador por excelencia.

Todo esto sin contar que muchos pueblos indígenas conservan su propia cuenta de años y celebran su “año nuevo” en fechas distintas, como los seris, en el desierto de Sonora, en el Norte de México, que lo festejan el 30 de junio y 1 de julio. Así mismo, en Santiago Tuxtla, Veracruz, el año nuevo mesoamericano se celebra el primer vienes de marzo mediante una ceremonia ritual de ofrenda al Sol.

Así, en México celebramos el Año Nuevo con creencias que nos enlazan con otras culturas del mundo y rituales que nos mantienen unidos a nuestro pasado. Ya sea en una fiesta masiva con espectáculo de pirotecnia y música, en el hogar con toda la familia, o en una hermosa playa del Caribe Mexicano con la pareja o los amigos, lo que más se disfruta en esta fecha es la calidez que caracteriza a los mexicanos, la facilidad para el abrazo y para compartir.

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